Perea estaba al este del río Jordán, frente a Samaria y al norte de Judea, y comprendía la antigua tierra de Rubén y Gad.
Entre sus características naturales se destacaban el monte Nebo y el arroyo Jaboc.
En la antigüedad esa zona había sido una tierra de pastoreo, y aún en tiempos de Cristo seguía alimentando rebaños de vacunos y ovinos.