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19.02 - Los impuestos

Con el nombramiento de los procuradores se estableció el sistema romano de impuestos. Eso hacía necesario un censo para clasificar a la población. Ya se había hecho un empadronamiento en el tiempo del nacimiento de Jesús; pero no se sabe si fue acompañado por un impuesto (Lucas 2: l).

Cuando el primer procurador, Coponio, ocupó su cargo en Judea en reemplazo de Arquelao, se cobró un impuesto. Estos impuestos eran de dos clases: por cabeza (tributum capitis) y un impuesto a la tierra (tributum agri).

Ambos resultaban muy ofensivos para los judíos. El impuesto por cabeza era una evidencia de esclavitud (Josefo, Antigüedades xviii. 1.1); el impuesto a la tierra era una ofensa para Jehová, el verdadero propietario de la tierra y el dispensador de las bendiciones del agro.

Aunque este impuesto produjo una gran resistencia entre los judíos, el sumo sacerdote Joazar persuadió a muchos para que lo pagaran pacíficamente. Sin embargo, al mismo tiempo un caudillo extremista, Judas Galileo, causó la rebelión de un gran número de personas. Quirinio, el gobernador romano de Siria, sofocó severamente este levantamiento (Josefo, Antigüedades xviii. 1.1). Este movimiento presidido por Judas quizá haya marcado el comienzo de los zelotes. Gamaliel se refirió a este levantamiento cuando aconsejó al sanedrín que no ejerciera ninguna acción drástica contra los cristianos (Hechos 5:38-39).

De aquí en adelante los romanos no hicieron ningún otro intento de cobrar un impuesto directo a los judíos. Más bien -mediante una licitación- entregaron los impuestos a contratistas, los publicanos (publicani) del Nuevo Testamento. Estos eran odiados y se los rehuía todo lo posible (Mateo 11:19; 21: 31). Leví Mateo pertenecía a esa clase despreciada. El hecho de que Jesús lo aceptara entre los suyos (Mateo 9:9-13) era algo asombroso para los judíos patriotas.

19.01 - Los procuradores


Cuando Arquelao fue depuesto, sus territorios fueron anexados a la provincia romana de Siria.  Siendo parte de una provincia imperial, Judea fue gobernada por un procurador, representante del emperador, y no por un procónsul que era responsable ante el senado, como sucedía en muchas de las otras provincias.

La sede de los procuradores romanos de Judea estaba en Cesarea. Allí disponían de un pequeño ejército compuesto mayormente de tropas provinciales. Aunque el salario del procurador era pagado por el tesoro imperial, también tenía ciertas oportunidades para aumentar sus bienes con el ejercicio de su cargo. Una de éstas radicaba en su autoridad suprema en asuntos judiciales, aun de vida o muerte, excepto en el caso de aquellos que podían probar que eran ciudadanos romanos.

Había dos limitaciones principales a la autoridad del procurador. Por un lado, tenía que responder ante el emperador y también, localmente, ante el legado de Siria; y por otro lado -menos formalmente-, ante el sanedrín judío, que siempre vigilaba para que no se excediera en su autoridad. Sin embargo, al mismo tiempo y debido a las complicaciones políticas del cargo, el sumo sacerdocio sólo podía ser ocupado con el consentimiento del procurador.

No importa cuán cuidadosos fueran los procuradores en el ejercicio de su mandato -y no siempre fueron cautelosos-, no podían satisfacer al pueblo judío. Se ha afirmado correctamente que la llegada de los procuradores romanos a Judea señaló el comienzo del fin de la nación judía porque los judíos repudiaban el gobierno extranjero.

18.01. Sucesores de Herodes - Arquelao

Arquelao convocó al pueblo de Jerusalén cuando murió su padre. Sentado en lo alto de un trono de oro en el recinto del templo, se dirigió al pueblo con bellas palabras y promesas. La gente reaccionó presentando muchos pedidos, demandando la libertad de los presos, el perdón de los castigos de los que estaban acusados de delitos políticos, y la reducción de los impuestos. Era el tiempo de la pascua, y la ciudad estaba llena.

Como temía que estallara una rebelión, una compañía de soldados entró en el atrio del templo para mantener el orden; los soldados encontraron resistencia, y cuando llego un destacamento mayor se produjo una lucha en la cual murieron más de tres mil judíos. Entonces Sabino, administrador de Siria, aprovecho la presencia de los soldados romanos, e hizo que lo protegieran mientras robaba el tesoro.

Esto provocó una revuelta por toda Galilea y Judea. Por supuesto, esos levantamientos contra los romanos estaban condenados al fracaso. Varo, gobernador de Siria, llegó a Palestina con fuerzas suficientes, sofocó la revolución y crucificó a los dos mil de los infortunados judíos rebeldes.

Entre tanto Arquelao, Antipas y Felipe se habían marchado de Palestina para hacer efectivas sus ambiciones al territorio de su padre. Al mismo tiempo apareció también en Roma una delegación de judíos para rogarle a Augusto que los pusiera directamente bajo un gobernador romano y no bajo los hijos de Herodes. Pero Augusto aprobó las cláusulas del testamento de Herodes, con la excepción de que rehusó que Arquelao tuviera un título superior a la del etnarca. De esa manera los hijos de Herodes se posesionaron de la administración del reino de su padre.

Arquelao heredó el carácter de su padre, pero no su capacidad. El pueblo se quejaba, con razón, de que su reinado era bárbaro y tiránico, y en 6 d. C; Augusto lo desterró a Vienne, en las Galias. Judea y Samaria fueron anexadas a Siria y quedaron bajo el gobierno de un procurador romano, que era responsable ante el emperador através del gobernador de Siria.

Este arreglo continuó hasta que Herodes Agripa I, nieto de Herodes el Grande y de su esposa asmonea Mariamna, llegó a ser rey de Judea en 41 d. C. por orden del emperador Calígula.

18.00. Sucesores de Herodes - Introducción

Cuando Herodes murió dejó un testamento que determinaba quién debía heredar su reino. Según las cláusulas de dicho testamento, los territorios, que con tanto esfuerzo y tanta falta de escrúpulos había tratado de que quedaran bajo un sola administración, fueron divididos entre sus hijos Arquelao, Herodes Antipas y Felipe.

Herodes dejó a Arquelao, el mayor de sus hijos sobrevivientes, Judea, Samaria e Idumea. Como los romanos no estaban seguros de su capacidad para gobernar, sólo le dieron el título de "etnarca", que significa "gobernante del pueblo".

Herodes Antipas se convirtió en el "tetrarca" de Galilea y de Perea. Este título que significaba originalmente "gobernante de la cuarta parte de una provincia", fue aplicado en la práctica al gobernante de cualquier subdivisión provincial.

Felipe también recibió el título de "tretarca" y el gobierno de los distritos del noreste: Paneas, Iturea, Traconítide, Gaulanítide, Batanea y Auranítide.

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