Claudio
(murió en el año 54 d. C.) expulsó a los judíos de Roma (cf. Hechos 18:2) quizá a mediados de su
reinado.
No
son muy claras las razones para tomar esa drástica medida. Suetonio dice sencillamente que "puesto
que los judíos constantemente provocan perturbaciones siendo instigados por
Cresto, él [Claudio] los expulsó de Roma" (De Vita Caesarum, Claudius [La Vidas
de los césares, Claudio] cap. 25, sección 4). Pero es posible entender
por el latín de este pasaje - Iudaeos
impulsore Chresto assidue tumultuantis Roma expulit - que los disturbios se levantaron contra Cresto.
Algunos cristianos posteriores interpretaron que Chresto significaba Christus, [Cristo] (Lactancio, Instituciones divinas iv. 7; Tertuliano,
Apología, cap. 3). Era muy natural para Suetonio escribir Chresto en lugar de Christus, ya que el primero era un nombre en uso entre los griegos y los romanos.¹ Por lo tanto, podría entenderse que los
judíos habrían provocado tumultos contra
los seguidores de Cristo y no en su favor. Puesto que fuera de Roma los judíos
levantaban tumultos siempre que los cristianos hacían públicamente su obra
(Hechos 14:2-6, 19; 17:5-9, 13; 18:12-17; 19:8-9), no sería nada extraño que
los judíos hubieran hecho lo mismo en Roma.
Sin
embargo, Claudio continuó al mismo tiempo con la política de sus predecesores,
favorable con los Herodes, que en ese tiempo ya era algo casi tradicional. Aunque Claudio no había hecho caso de los
reclamos de los hijos de Herodes Agripa cuando éste murió en 44 d. C., sin
embargo, cuando el tío de Agripa, rey de Calcis en el Antilíbano, murió unos
cuatro años más tarde, Claudio dio el reino al joven Herodes Agripa II. En 52 d. C. el emperador continuó
favoreciéndolo cuando le entregó territorios más extensos, en el noreste de
Palestina, que una vez había gobernado Felipe el tetrarca. Más tarde Nerón aumentó esas posesiones. En la guerra de los años 66-73, Herodes Agripa
II estuvo de parte de los romanos contra los judíos.