1.01. Nehemías y después de él

Los registros históricos de los judíos durante el siglo V a. C. son escasos, pero poco a poco han ido apareciendo testimonios extrabíblicos.

Según los papiros de Elefantina, Johanán era sumo sacerdote en 410 a. C., y un persa llamado Bagoas (Bagoses, Bagohi, Bigvai) había sido nombrado gobernador de Judea antes de 407 a. C. (Olmstead piensa que Bagoas fue el sucesor de Nehemías).

Este personaje, mencionado en los papiros de Elefantina como gobernador de Judea en los días de Sanbalat (y por lo tanto de Nehemías), vivió casi un siglo antes que el eunuco Bagoas, el cual fue uno de los comandantes de Artajerjes III en su campaña contra Egipto, y un influyente político persa.

Es posible armonizar los sucesos relacionados con el gobierno de Nehemías - lo que incluye a varios personajes que llegaron a ser más tarde sumos sacerdotes - y las afirmaciones de Josefo en cuanto a Bagoas y Johanán, etc.

Los persas no obstaculizaron la religión judía, aunque los discípulos de Zoroastro -para quienes el fuego era sagrado- creían que era una profanación quemar carne. Quizás esta repulsión llevó al incidente registrado por Josefo (Antigüedades xi. 7). Dice que Bagoas, luego de enterarse de que el sumo sacerdote había dado muerte a su hermano en el templo, contaminó el templo con su presencia e impuso a los judíos una multa de 50 dracmas por cada cordero ofrecido en el templo.

Por otra parte, es posible que el castigo se debiera más a su horror por el sacrilegio cometido que por sus convicciones religiosas.

En Egipto, los judíos de Elefantina ofrecieron sacrificios en su templo hasta que fue destruido por los egipcios.

La repugnancia de los persas por los sacrificios de animales fue apoyada en Egipto, pues los egipcios adoraban algunos de los animales que los judíos sacrificaban en Elefantina; por lo tanto, cuando el gobernante local se ausentó, los egipcios destruyeron el templo judío. Quedó en ruinas durante algún tiempo, mientras los judíos procuraban conseguir permiso para reedificarlo. Primero hicieron sus gestiones ante Johanán y después ante Bagoas. Cuando Bagoas les dio el permiso, autorizó que en el nuevo templo sólo se ofrecieran ofrendas vegetales e incienso.

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