19.14 Intervención de Herodes Agripa
Herodes Agripa II, que había estado ausente en Alejandría, volvió y presentó un ferviente discurso al pueblo de Jerusalén instándole a que no pensara en un conflicto con los romanos, sino que hiciera la paz a cualquier precio.
Hizo notar que el tiempo de haber luchado por la libertad fue cuando Pompeyo había llegado a Judea cien años antes. Se refirió a los grandes imperios y las famosas ciudades del pasado que ya estaban bajo el dominio de Roma. Recordó al pueblo que no tendría aliados terrenales que lo ayudaran si se sublevaba, y que aun Dios parecía estar del lado de los romanos, pues de lo contrario no podrían haber fundado un imperio tan grande; que la rebelión contra los romanos sólo llevaría al desastre, no sólo a la población de Judea, a la ciudad y a su bello templo, sino también a los judíos dispersos, "pues no hay" -dijo el rey- "ningún pueblo en el mundo donde no haya una parte de nuestra raza" (Guerra ii. 16. 4).
El pueblo de Jerusalén consintió, por consejo del rey, en ocuparse en la reedificación de los edificios dañados en la ciudad, especialmente en el distrito del templo, y en cobrar y pagar los impuestos que estaban atrasados. Pero cuando Agripa los instó a que se sometieran a Floro, se enfurecieron tanto que decidieron que el rey fuera desterrado de Jerusalén. Ante esto, Agripa volvió a sus dominios.