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19.07 - Procuradores posteriores

Herodes Agripa I tenía un hijo de su mismo nombre, que apenas tenía 17 años cuando murió su padre. Al emperador Claudio se le aconsejó que no confiara a ese joven el gobierno de un país tan turbulento como Palestina. Por lo tanto, se convirtió una vez más en una provincia, y Cuspio Fado fue nombrado procurador. Después de un año lo reemplazó un judío, Tiberio Alejandro, sobrino de Filón, Judeo. Pero Alejandro había renunciado a la fe judía, y el mismo hecho de que fuera apóstata lo hacía indeseable para los judíos. El odio de ellos fue tal, que cuando hizo sacrificar a Jacobo y a Simón, hijos de Judas Galileo, destacado patriota  judío, se sublevaron los zelotes. 

En el año 48 d.C., Cumano sucedió a Alejandro.

Si hubiese ocupado el cargo de procurador un hombre más hábil que Cumano, es posible que se hubiera apaciguado el país; pero Cumano permitió que ocurriera una cantidad de incidentes irritantes que, debido a la desesperación del pueblo, mantuvieron la provincia en un constante estado de turbulencia: 

Cuando un soldado insultó a los adoradores en el atrio del templo, Cumano, en vez de castigar al ofensor, actuó de tal manera que en el motín que se produjo sus soldados mataron unas mil personas. 

Cuando un oficial romano fue robado y dejado desnudo por unos ladrones, el procurador envió soldados para que saquearan todas las aldeas vecinas. 

Cuando uno de los soldados rompió en pedazos un ejemplar de la ley, se evitó un motín sólo mediante la ejecución del ofensor. 

En otra ocasión algunos galileos que estaban en camino para una fiesta en Jerusalén fueron atacados por unos samaritanos, y muchos galileos fueron muertos; y Cumano convino en proteger a los samaritanos atacantes después de recibir un soborno. Cuando los judíos atacaron a los samaritanos para vengarse, Cumano los castigó severamente. 

Para evitar una rebelión del pueblo, Cumano fue destituido de su cargo en el año 52 d. C.

19.02 - Los impuestos

Con el nombramiento de los procuradores se estableció el sistema romano de impuestos. Eso hacía necesario un censo para clasificar a la población. Ya se había hecho un empadronamiento en el tiempo del nacimiento de Jesús; pero no se sabe si fue acompañado por un impuesto (Lucas 2: l).

Cuando el primer procurador, Coponio, ocupó su cargo en Judea en reemplazo de Arquelao, se cobró un impuesto. Estos impuestos eran de dos clases: por cabeza (tributum capitis) y un impuesto a la tierra (tributum agri).

Ambos resultaban muy ofensivos para los judíos. El impuesto por cabeza era una evidencia de esclavitud (Josefo, Antigüedades xviii. 1.1); el impuesto a la tierra era una ofensa para Jehová, el verdadero propietario de la tierra y el dispensador de las bendiciones del agro.

Aunque este impuesto produjo una gran resistencia entre los judíos, el sumo sacerdote Joazar persuadió a muchos para que lo pagaran pacíficamente. Sin embargo, al mismo tiempo un caudillo extremista, Judas Galileo, causó la rebelión de un gran número de personas. Quirinio, el gobernador romano de Siria, sofocó severamente este levantamiento (Josefo, Antigüedades xviii. 1.1). Este movimiento presidido por Judas quizá haya marcado el comienzo de los zelotes. Gamaliel se refirió a este levantamiento cuando aconsejó al sanedrín que no ejerciera ninguna acción drástica contra los cristianos (Hechos 5:38-39).

De aquí en adelante los romanos no hicieron ningún otro intento de cobrar un impuesto directo a los judíos. Más bien -mediante una licitación- entregaron los impuestos a contratistas, los publicanos (publicani) del Nuevo Testamento. Estos eran odiados y se los rehuía todo lo posible (Mateo 11:19; 21: 31). Leví Mateo pertenecía a esa clase despreciada. El hecho de que Jesús lo aceptara entre los suyos (Mateo 9:9-13) era algo asombroso para los judíos patriotas.

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