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19.06 - Herodes Agripa I

Uno de los primeros actos del emperador Claudio fue recompensar a su amigo, el rey Herodes Agripa I, por su papel en conseguir que Claudio subiera al trono en 41 d. C. Claudio añadió Judea y Samaria a los territorios de Galilea, Perea y el noreste que ya gobernaba Herodes Agripa. De ese modo los territorios que una vez habían estado regidos por Herodes el Grande, otra vez se unieron bajo el gobierno de un judío.

Herodes Agripa I gobernó tan magníficamente a Palestina, que su reinado fue llamado una edad de oro para, Judea. Cualesquiera fueran sus motivos, vivió observando cuidadosamente las leyes de los judíos, practicando las ceremonias y llevando a cabo los sacrificios instituidos. Se llevó tan bien con los fariseos que, de acuerdo con la Mishnah, ellos estuvieron dispuestos a llamarlo "hermano". Sin embargo, fuera de Palestina, Agripa -a semejanza de su abuelo Herodes el Grande- propulsó la cultura helenística. En la ciudad vecina de Berytus (actual Beirut) erigió un teatro y un anfiteatro y disfrutaba allí de los juegos griegos cada vez que le parecía prudente hacerlo. En otros lugares también manifestó su interés por la cultura griega y le dio su generoso apoyo.

Agripa fue amistoso con los judíos en el mismo grado en que fue enemigo del cristianismo. Siendo que "había agradado a los judíos" decretando la muerte de Jacobo, hermano de Juan, también arrestó a Pedro y lo encarceló (Hechos 12:1-3); y sólo la intervención milagrosa de un ángel impidió que Pedro corriera la misma suerte de Jacobo, su amigo y colega.

Poco después (44 d. C.) murió Herodes Agripa I. Este suceso lo narran tanto Josefo (Antigüedades xix. 8. 2) como el registro inspirado (Hechos 12:20-23). En Cesarea, la capital de la provincia judeo-samaritana, Agripa, hermosamente ataviado con ropas de color plata, estaba sentado sobre el solio de un tribunal. Cuando se dirigió al pueblo, el sol brilló sobre él, y todos exclamaron: "¡Voz de Dios, y no de hombre!" Mientras escuchaba esas adulaciones fue herido de un terrible dolor, y murió después de cinco días. Lucas declara que su muerte fue un castigo de Dios (Hechos 12:23).

19.05 - Marcelo

En el tiempo de Marcelo, el siguiente procurador, hubo una amenaza de una grave rebelión en el año 38 d. C., cuando Calígula, en su infatuación, declaró que era dios y ordenó que se erigieran estatuas suyas en los templos, tanto en Roma como en las provincias.

En Alejandría, donde quizá un tercio de la población era judía, la situación fue gravísima pues había existido allí un templo judío desde los días cuando gran número de judíos huyeron de Palestina para evitar la persecución de Antíoco Epífanes, en torno al año 170 a. C.

Durante el reinado de Calígula, las luchas entre griegos y judíos en dicha ciudad dieron por resultado muchas víctimas. La turba destruyó muchas sinagogas y erigió estatuas del emperador en otras. Calígula, enfurecido porque los judíos se negaban a aceptar estatua alguna, decidió erigir por la fuerza una estatua suya en el templo de Jerusalén. Los judíos organizaron en defensa propia una gran delegación cuyo portavoz era Filón, el famoso filósofo judío de Alejandría, y llegaron a Roma. Aunque consiguieron una audiencia con Calígula, el emperador rehusó darles concesión alguna.

Cuando los judíos de Jerusalén conocieron el decreto de Calígula, se prepararon para lo peor. Se provocaron disturbios, y la situación habría sido casi con seguridad caótica si la muerte del demente Calígula, en el 41 d. C., no hubiera resuelto el problema. Claudio, su sucesor, canceló el odiado decreto.

19.03 - El sanedrín


Era un organismo característicamente judío y no una parte integral de la administración del gobierno romano; sin embargo el sanedrín ejercía cierta influencia en los asuntos civiles y políticos así como en los estrictamente religiosos. Estaba compuesto por 71 hombres de la más alta reputación e influencia, y era el principal organismo gubernamental para el pueblo judío. 

Aunque su jurisdicción se restringía a Judea, los efectos de sus opiniones y decisiones se hacían sentir entre los judíos por todo el inundo; pero, al mismo tiempo, no interfería con la jurisdicción local, que estaba en manos de 11 corporaciones regionales de ancianos en toda Judea. Más bien se reservaba los asuntos de alcance y significado nacional. Promulgaba ordenanzas y las hacía poner en vigor, para lo cual disponía de un cuerpo de policía (Mateo 26:47; Juan 7:32).

Sin embargo, debido a que los romanos ejercían el gobierno supremo, la función del sanedrín era principalmente religiosa. Por eso se ocupaba de los falsos profetas como se supuso que era Jesús y con sectas presuntuosas que debían ser suprimidas para que no perturbarais al pueblo. Debido a este sistema, antes de su conversión Pablo perseguía a los cristianos (Hechos 9:1-2). Años más tarde él mismo apenas logró escapar de una persecución similar (Hechos 24:6-9).

El sanedrín también trataba puntos de doctrina y determinaba las características que debía tener el sumo sacerdote y supervisaba su nombramiento, aunque en el caso de ese importante cargo tanto los Herodes como los procuradores romanos vez tras vez impusieron su autoridad. 

El sanedrín no tenía autoridad sobre los romanos excepto en algún caso de profanación del templo, cuando los judíos aun podían ejecutar a un romano (Josefo, Guerra vi. 2. 4). En 1871 se descubrió una inscripción que una vez fue colocada en el templo, en el muro que separaba el atrio de los gentiles del de los israelitas, y dice así: "No entre ningún extranjero dentro de la barrera y del muro circundante que rodea el templo. Cualquiera que sea aprehendido [dentro] será responsable de su propia muerte, que le sobrevendrá". Otra inscripción idéntica se encontró unos tres cuartos de siglo más tarde.

El sumo sacerdote presidía el sanedrín (Mateo 26:57), pero el procurador podía convocarlo para que sesionara; sin embargo, sólo en los casos de sentencia de muerte las decisiones del sanedrín debían someterse a la aprobación del procurador.

Después de la sublevación causada por los impuestos exigidos por Coponio, Palestina quedó relativamente tranquila durante muchos años. Sin embargo, al mismo  tiempo el legalismo y el aislamiento de los fariseos, el fervor de los zelotes - que  lentamente crecían en número e influencia - y el celo religioso de la mayoría de la  población, fomentaron un espíritu de descontento. 

Durante esos años fue que Jesús  tranquila y reflexivamente alcanzaba la madurez en Nazaret.

19.01 - Los procuradores


Cuando Arquelao fue depuesto, sus territorios fueron anexados a la provincia romana de Siria.  Siendo parte de una provincia imperial, Judea fue gobernada por un procurador, representante del emperador, y no por un procónsul que era responsable ante el senado, como sucedía en muchas de las otras provincias.

La sede de los procuradores romanos de Judea estaba en Cesarea. Allí disponían de un pequeño ejército compuesto mayormente de tropas provinciales. Aunque el salario del procurador era pagado por el tesoro imperial, también tenía ciertas oportunidades para aumentar sus bienes con el ejercicio de su cargo. Una de éstas radicaba en su autoridad suprema en asuntos judiciales, aun de vida o muerte, excepto en el caso de aquellos que podían probar que eran ciudadanos romanos.

Había dos limitaciones principales a la autoridad del procurador. Por un lado, tenía que responder ante el emperador y también, localmente, ante el legado de Siria; y por otro lado -menos formalmente-, ante el sanedrín judío, que siempre vigilaba para que no se excediera en su autoridad. Sin embargo, al mismo tiempo y debido a las complicaciones políticas del cargo, el sumo sacerdocio sólo podía ser ocupado con el consentimiento del procurador.

No importa cuán cuidadosos fueran los procuradores en el ejercicio de su mandato -y no siempre fueron cautelosos-, no podían satisfacer al pueblo judío. Se ha afirmado correctamente que la llegada de los procuradores romanos a Judea señaló el comienzo del fin de la nación judía porque los judíos repudiaban el gobierno extranjero.

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